Supersticiones en Cerdeña

Cerdeña es una isla antigua, rica de tradiciones y supersticiones que se han conservado durante los siglos, no obstante la influencia de las poblaciones que la han colonizado. El aislamiento favoreció la aparición de supersticiones y creencias populares que acompañan a los sardos desde hace siglos. También hay muchas figuras misteriosas y mágicas, así como objetos y amuletos.

LAS HADAS Y LAS BRUJAS DE CERDEÑA

En Cerdeña hubo hadas buenas, como las Janas; y malas, llamadas mala janas o brujas. Las brujas de Cerdeña fueron llamadas con nombres diferentes según el lugar en que estuvieron. En la zona del Campidano, las brujas fueron llamadas Kogas, mientras en el Logudoro y en el Nuorese las brujas fueron identificadas con el nombre de sùrvile pero también sùlbile.  En el extremo Norte isleño, en cambio, las brujas fueron llamadas Istrie, stría o strea nombres propios de la lechuza. Sólo recientemente la bruja se ha convertido en bruxia; el tono español de este nombre no es un caso. En efecto, la bruja más famosa que ha vivido en Cerdeña, Julia Carta, fue denominada bruixa por la inquisición española, la que la consideró una hechicera supersticiosa maléfica, además de idólatra del demonio. Julia Carta fue acusada y denunciada más veces y fue detenida y recluida en la cárcel de Sassari. El proceso contra ella duró 10 años y acabó de modo misterioso puesto que Julia desapareció en la nada.

En Cerdeña existen las Domus de Janas o incluso llamadas “hogar de las hadas”, son estructuras sepulcrales excavadas en la roca constituidas por tumbas. Estas estructuras se remontan al periodo Neolítico, especialmente con la Cultura de Ozieri (3200- 2800 a.C). Esta fue una cultura prenurágica. La gente de dicha civilización vivía en pequeños pueblos, se dedicaba a la agricultura y a la religión, muy parecidas a las de las islas Cícladas del Mar Egeo. 
El uso de cavar tumbas en las rocas demuestra la habilidad de los artesanos solo con pocos instrumentos. Preferiblemente la roca era excavada en faldas o llanuras ligeramente elevadas como por ejemplo la falda de Anghelu Ruju, una necrópolis cuya construcción se data en el 3600-1800 a.c. Esta representa la más grande necrópolis de la isla sobre el número de tumbas encontradas hasta este momento. 
En la tradición sarda se transmite que en estas necrópolis vivían criaturas mágicas: las hadas. Por esta razón las Domus de Janas también se llaman “Hogar de las hadas”. Las hadas salen de la cueva por la noche, a la luz de la luna; luz que las hace brillar. Las Janas pueden ser criaturas gentiles y astutas, pero también terribles; por esta razón se llaman “Mala Janas”. 
En diferentes pueblos de la isla existen varias historias de las Janas. Por ejemplo, hay una creencia popular de estas criaturas: fueron los primeros habitantes de Cerdeña y según la zona en la que nos encontramos podemos escuchar que las Janas enseñaron a las mujeres del lugar las artes y profesiones que luego hicieron a esos pueblos famosos. Las Janas son hábiles tejedoras. Se dice que aún hoy cerca “Domus de Janas” durante la noche se oye un ligero ruido de chasis de máquinas en las que tejen las Janas.

LA ACCABADORA

Una de las figuras más conocidas de la tradición de Cerdeña es la fémina accabadora. La traducción literal del término accabadora es “aquella que acaba” y viene del latín “acabar”  (el prefijo «a» por el latín «ad» cercanía y del vocablo «cabo» y con este del latín «caput» que significa cabeza) que significa “poner fin”. De hecho la accabadora es una figura femenina de existencia incierta, que llevaba a la muerte a las personas enfermas y moribundas para poner fin a sus sufrimientos. Esta práctica estaba aceptada por la sociedad y recuerda la eutanasia de hoy en día. 
Los familiares eran los que solían ponerse en contacto con esta mujer cuando la condición de salud de la persona que estaba viviendo el mal y también la de los parientes se volvía insostenible. El hecho de poner fin a los sufrimientos de la persona enferma se consideraba un acto de misericordia, por lo tanto la mujer involucrada a poner fin a su vida no recibía algún tipo de remuneración. Recibir dinero para llevar a alguien a la muerte se consideraba un acto contrario a los preceptos religiosos.

Aunque hoy en día no tenemos pruebas significativas de la existencia de este mujer misteriosa, hay algunas huellas sobre esta práctica en la zona del Marghine, Planargia y Gallura. Los únicos acontecimientos que están documentados son los de Luras en el 1929 y el de Orgosolo en el 1952. Lo que se cuenta es que la mujer Accabadora operaba durante la noche, siempre vestida de negro (color de duelo), y cuando los miembros de la familia abandonaban la casa ella llevaba a cabo su deber. El enfermo encontraba el fin de sus sufrimientos a través de un golpe de martillo o ahogado con una almohada.

LAS MAZZINAS

En la tradición mágica de Cerdeña es posible distinguir dos tipologías de maldiciones:

• - mal de ojo (ogo pigau);
• - las mazzinas.

• ¿Cómo operan? 

Las mazzinas son una herramienta que las bruxas (las brujas sardas) utilizan para causar daño a distancia a las personas. Se trata de una especie de “magia simpática o comprensiva”, donde el efecto del maleficio se obtiene por medio de una representación simbólica de la persona a la que se quiere atacar. Contrariamente a las famosas muñecas vudú, las mazzinas no se realizan sólo con forma humana, sino también con pequeños animales, objetos o partes del cuerpo de la víctima (generalmente pelo y uñas). Estos objetos están exclusivamente destinados a incrementar el efecto de la maldición, ya que el motor de todo es la voluntad de la hechicera. La leyenda cuenta que, gracias a su poder, la hechicera es capaz de transferir los artefactos a lugares ocultos de la casa de la víctima. Los sortilegios se suelen hacer por medio de objetos que pertenecen a las víctimas, pero no es raro que se hagan ingerir a través de la comida.

• Los efectos

Los efectos de las mazzinas incluyen tanto malestar físico como enfermedades graves y en algunos casos pueden resultar mortales. Según la tradición, para que logre su objetivo, la hechicera tiene que moverse por el odio o el resentimiento, pero existen también las mazzinas por encargo.

• ¿Cómo revertirlas?

La eliminación de una maldición incluye una serie de rituales precisos, que van más allá de una simple recitación de los brebus. Otro problema es el hecho de que ya es casi imposible encontrar personas capaces de cancelar los efectos de una mazzina. En términos generales el procedimiento prevé que se encuentren los objetos nefastos y después que estos se neutralicen, a veces transfiriendo el maleficio al hechicero. Es fundamental que la mazzina no se destruya, porque en ese caso ya no sería posible remover el maleficio. Según el autor Nando Cossu la mazzina puede ser anulada por el perpetrador, por un sacerdote o por personas expertas. La única forma de evitar y prevenir una mazzina es la de dirigirse a alguien capaz de hacer una proteción personal.

LA MEDICINA CONTRA EL “MAL DE OJO”

En la Cerdeña antigua se creía que un simple vistazo (“s’ogu malu”) podía transmitir energías negativas a una persona y causarle diferentes malestares y dolores psicofísicos, como por ejemplo dolor de cabeza, insomnio y cansancio. Esto es lo que se conoce como “mal de ojo” o “ojo malvado”.
La mayoría de las veces es un acto involuntario y esta es la motivación principal por la que el mal de ojo se diferencia del hechizo auténtico.
Para luchar y vencer los efectos negativos de la mala suerte, en Cerdeña se recurría y se recurre actualmente también a la “mexina de s’ogu” ( literalmente “medicina contra el mal de ojo”), una forma de medicina popular muy antigua y difusa en las comunidades de la isla.
Mediante un ritual que se transmite de generación en generación, con reglas muy precisas, las mujeres se convierten en auténticas sanadoras.
La medicina contra el mal de ojo tiene lugar con algunos simples ingredientes (componentes) como el agua que disuelve los males, el grano, la sal, el aceite y muchos otros en función del pueblo de origen de la mujer que la realiza.
Pero el componente más importante y precioso son las oraciones que en sardo se llaman “is brebus”. Se pronuncian en voz baja durante todo el ritual, dejándolo envuelto en el misterio y desconocido para la mayoría de la gente.
Hay una infinidad de técnicas para realizarla, técnicas que siempre se transmiten de una persona más vieja a una más joven y nunca al revés, porque en caso contrario se corre el riesgo de perder la habilidad de hacer la medicina con efecto (eficazmente; en manera eficaz).

Medicina contra el ojo malvado: la plegaria en sardo

Custa es sa manu de su meigadori,

Gesù Cristu e’ su donadori:

ti ndi pighidi punt’e dolori.

Nostra Signora de s’Assunta

ti ndi pighidi dolori ‘e punta,

Santu Vissenti manuferreri

dinnia mali ti ‘engada a beni;

e Santa Orrosalia

ti ndi pighidi onnia simmia

e Santu Cosma e Damianu

ti ndi pighidi su tantu ‘e sa mia manu

e Santu Omeu ca meigau adi a Deus

A Deus adi meigau

in sa ruxu incravau.

Plegaria en español:

Esta es la mano del curador,

Jesucristo es el donador.

Nuestra Señora de la Asunción

te deshaces del dolor.

San Vincente el cerrajero

convierta en bueno todos los males;

y Santa Rosalía

te quite cada sufrimiento;

y los santos Cosme y Damián

tomen lo que necesitan de mi mano

y San Tomás que medicó a Dios,

que medicó a Dios

clavado en la cruz.

SU COCCU

Con el nombre “Su Coccu” se indica un antiguo amuleto sardo que se utiliza para protegerse contra el ojo malvado.

Está compuesto tradicionalmente por una gema (piedra) de obsidiana o de ónice engastada entre dos copas de plata. Antiguamente tenía la forma de un broche mientras hoy en día puede tener forma de brazalete, de pendientes y de collar.

Se cree que la gema tiene la habilidad de absorber los efectos negativos de la mala suerte y se cuenta que, si la influencia negativa es demasiado grande y fuerte, este amuleto se rompe pero la persona que lo lleva se queda sin daños.

Este amuleto tiene que ser cargado positivamente con plegarias en lengua sarda para proteger y hacer a su propietario invulnerable.

En pasado se usaba rigurosamente regalarlo mientras ahora una persona puede comprarlo tranquilamente por sí misma.